Crónica de un día sin mujeres a una pandemia de violencia.

El viernes 6 de marzo del 2020, estábamos en una junta de trabajo. Nuestra área está integrada por 15 mujeres y 4 hombres, y en determinado momento nuestro jefe nos preguntó si íbamos a ir a trabajar el lunes 9. La mayoría de nosotras levantamos la mano y dijimos ¡NO!, las pocas que no se expresaron tenían una expresión de duda y no se atrevían a preguntarle al jefe que pasaría si no se presentaban al trabajo ese día, hasta que una de nosotras dijo: "la Secretaria de Cultura ya expresó que ella hará paro el lunes...". lo que provocó una sonrisa de alivio entre las dubitativas.

Esa fecha marcó un inesperado hito histórico, no solo en nuestro entorno, sino en todo el mundo, ya que en esos momentos China había ya entrado en pánico, había empezado una gran epidemia provocada por  un virus desconocido, cuyos orígenes tampoco se habían identificado, pero aunado a ello, empezaría otra "pandemia" que ha destrozado las esperanzas que el 9 de marzo habían nacido entre nosotras.

Pasado ya el día 9 de marzo; nos había dejado un cúmulo de preguntas, reflexiones, un sabor agridulce y un montón de expectativas.

Ver marchar en mi ciudad a 5,000 mujeres, rebaso mis expectativas y me hizo sentir que había esperanza de un cambio. Me dio gusto ver las muchachas con sus pañuelos verdes y una gran tristeza mirar a las madres de las desaparecidas o asesinadas acompañar la marcha.

Mujeres de todas las edades y condiciones sociales unidas por un propósito. También ver el otro lado de la moneda, que nos deja un sabor agridulce.  Empresas locales que no “dieron permiso” para que sus trabajadoras se sumaran a esta manifestación. Instituciones de gobierno, que se han manifestado en contra de los reclamos de las mujeres, que se “colgaron” de esta marcha para tratar de legitimarse y acarrear “agua para su molino” en vísperas a las elecciones del 2021. Instituciones que están en desacuerdo con los reclamos sobre el derecho de las mujeres a decidir sobre su cuerpo, a manifestar su contrariedad a que se nos otorgue el mismo ingreso, por un mismo trabajo, a que no se privilegie a los hombres para ocupar  puestos ejecutivos, por el hecho de ser varones y que se cuestione constantemente acerca del feminicidio con la falsa consigna de que también matan a los varones.

Claro que nunca faltaron las atrevidas contestatarias que retaban a las autoridades y a la opinión pública, realizando actos extremos y esto también nos lleva a pensar y preguntarnos porque la gente se molesta tanto al ver un desnudo femenino y a un monumento o un edificio grafiteado y vuelven la mirada hacia otro lado cuando hay un feminicidio o un caso de extrema violencia en contra de las mujeres, o ante el acoso identificado de jefes y/o maestros. Eso nos muestra a una sociedad llena de prejuicios y manifiestan la doble moral que caracteriza a los chihuahuenses. Ahí están los casos recientes de Miroslava Brach, de Isabel Cabanillas y de cada una de las ausentes, a las que siempre se les cuestiona, como algún gobernador en turno “que no venían precisamente de misa” y quien iba a imaginar que unos días más tarde, nuestro país se vería en emergencia porque el "coronavirus" ya había llegado a México y se empezaron a tomar medidas para evitar, en lo posible que hubiera tantos contagios, que nuestro mermado sistema de salud se viera imposibilitado para atender. Se inició con algunas medidas de prevención como enviar a trabajar a casa a las personas mayores de 60 años y aquellas que tenían padecimientos como diabetes, asma o enfermedades autoinmunes y en menos de un mes ya todos el personal de nuestra dependencia o casi todo, ya estábamos trabajando desde casa.

No creo que nadie, al menos en mi caso, nos imaginamos la otra "pandemia" que esto iba a ocasionar: la violencia extrema hacia las mujeres, los niños y las niñas, los feminicidios, y toda la escalada de violencia que esto ha generado contra las mujeres, que esta situación ha puesto en el punto más vulnerable de los últimos tiempos. Nos tardamos en dar cuenta de ello, porque este fenómeno ya se estaba presentando en todo el mundo; en todos los países en donde se había decretado en confinamiento. Las cifras más altas de los tiempos modernos, tasas de violencia incrementadas hasta en un 300% y que se ocultaban y se siguen ocultando detrás de las noticias diarias de contagios y muertes por el virus. Cientos de mujeres han muerto víctimas de sus parejas y no nos estamos dando cuenta. Quien sabe que cuentas horrendas nos traiga el despertar de esta pesadilla, para adentrarnos en la oscuridad de esta otra, de la que apenas empiezan a asomar las estadísticas.